viernes, 20 de noviembre de 2009

Relación entre inteligencia y gobierno


LA ERMITA DEL PADRE CASTELLANI

El Reverendo Padre Leonardo Castellani sobresale como Doctor y Profeta en medio de la maraña de esos “sofistas brillantes, hábiles y perversos; trompeteros del Anticristo, al servicio de la gran correntada del siglo, de la época enferma; adoradores vanamente esperanzados del paraíso en la tierra por las solas fuerzas del hombre”, como él mismo los definiera.

Es por eso que queremos estudiar la situación actual y su desenlace a la luz de las enseñanzas de este profeta de los últimos tiempos.

Son sus libros y sus artículos los que nos encauzan y nos hacen descubrir los senderos apocalípticos que conducen a la Jerusalén Celestial.


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INTELIGENCIA, GOBIERNO Y DECADENCIA

Resumen de la doctrina del R.P. Castellani
Trabajo realizado por un “repetidor”


DESORDEN ESTRUCTURAL

La causa formal de la decadencia de una sociedad o institución, la causa principal, la intrínseca y especificante, no es otra que la “confusión de las personas” o desorden estructural.

La sociedad en definitiva se compone de personas; y su descoyuntamiento, por ende, se produce cuando las personas son desplazadas de su propio lugar social, y puestas donde no deberían estar.

Para ilustrar este despatarro, conviene recordar la división de las personas, socialmente consideradas. En efecto, trasladando a lo sociológico la pirámide del poder, hay cuatro estratificaciones sociales que configuran una especie de pera, que si están en buen orden y figura, estructuran una sociedad asentada y próspera; mas lo inverso en caso contrario. Estas estratificaciones son:

  • Los creadores
  • Los asimiladores
  • Los realizadores
  • Los brutos

La primera capa está constituida por los varones de invención, originalidad y conquista; casi siempre personalidades aisladas y difíciles —al juicio de los “brutos”. Cuando esta capa no existe, la sociedad se atrasa; pero mucho peor es cuando la pera está invertida, y su cúspide está oprimida por la masa amorfa —cuyo ínfimo límite son los tarados y los amorales—; y entonces sobrevienen la confusión, la anarquía o la tiranía.

Suprimid los creadores en una sociedad, y ella no puede ir adelante, tiene que caer. Y para suprimirlos el remedio es sencillo, basta ponerlos en el último lugar, abajo de todos.

Como ejemplo de este desorden estructural tenemos que en la Argentina existe una pseudo clase dirigente, que es mala; es inepta y renegada; traidora incluso en muchos particulares de ella, es decir, “entregadora”.


PRE-EXCELENCIA DEL PENSAMIENTO

La doctrina de Santo Tomas acerca de la inteligencia en la sociedad establece la pre-excelencia del pensamiento.

El fin de la multitud, como el fin del individuo, es el pensamiento. Como en el individuo la inteligencia es “la porción más preciosa”, del mismo modo en la humanidad los doctores y los pensadores están en primera fila.

Los más nobles contemplativos son los doctores, es decir, los iluminadores; los que, alumbrados ellos mismos, son capaces de alumbrar a los otros del rebalse de su contemplación. Tales son los obispos, los teólogos, los profesores, los predicadores.

Santo Tomás busca los nombres más excelsos para realzar la dignidad del sabio que enseña en nombre de Dios, como es el obispo (cuando el obispo es un sabio, como solían ser en su tiempo) o, cuando menos, sabe servirse de los sabios.

El obispo y el doctor en teología, cuyo influjo abarca lo universal, tiene la acción arquitectónica. Su deber es cuidar de los fines y de los principios; su vista debe ser capaz de abarcar las grandes líneas y las cosas hacederas antes de que estén hechas.


INTELIGENCIA Y VOLUNTAD

Los creadores representan la actividad intelectual en su grado íntegro y desbordante.

Los realizadores o ejecutores representan la actividad volitiva, bajo el influjo de los creadores. Son los hombres de acción; que dejados solos no pueden ir muy lejos, porque no pueden ver muy lejos.

Retomando el ejemplo de Santo Tomás, el buen obispo no es aquel que es un “primer párroco”, un párroco grande, un párroco con mayor parroquia. Su trabajo es de esencia distinta, como la del arquitecto respecto al oficial frentista.

La idea que debe regir la sociedad no es la idea técnica o sistemática, o —peor aún— la idea despegada de lo real; sino la idea vitalizada, la idea profunda, la idea inmanente, enraizada al querer, que será tanto más rica y real cuanto más imperio alcance sobre todo lo que en el hombre no es espíritu.

El ordenar pertenece a la inteligencia. Por inteligencia entendían los antiguos, no la razón ni el discurso, (que en el hombre de acción puede darse muy vigente), sino la intuición de los principios, y, por ende, la síntesis sistemática de la doctrina: el saber completo de las causas últimas.

Sin embargo, los creadores sin los hombres de acción, sin los realizadores, son como cabezas sin brazos; pues aunque nada impide que un genio intelectual sea también un hombre de acción, en la práctica, y dada la limitación humana, el “exessus intellectus” pone trabas a la actividad ejecutiva, dirigida a lo contingente, a lo práctico, a lo posible.

Es importante establecer las relaciones entre el pensamiento y la acción. Es necesario marcar los fueros de la voluntad y el campo del “hombre práctico”, o sea del ejecutor o realizador, para no caer en un resbaloso racionalismo político.

Sin embargo, estos hombres “prácticos”, los hombres de acción o conductores (dejando de lado a los practicones y a los “briosos sin luces”) deben estar bajo el régimen, control o influjo de los hombres de gran poder intelectivo.

De la falta de este orden racional y natural se siguen las tan notables faltas en nuestros días.


INTELIGENCIA Y GOBIERNO

En el caso de un rey no genial, la inteligencia gobierna lo mismo por medio de los sabios consejeros a los cuales el rey naturalmente se remite, como lo hace todo simple que no sea insensato.

Un hombre simple o sin letras, en un gobierno pequeño y con una gran dosis de virtud y humildad puede hacerlo pasablemente y hasta muy bien.

Pero un gobierno gobierno necesita per prius y de entrada la inteligencia y después la virtud; la virtud mínima necesaria para que no se corrompa la inteligencia, a la cual formalmente compete el regir: Intelligentis est ordinare.

Santo Tomas llama enérgicamente a la inversión de este orden “monstruosidad” (De Anima, Lección XVI, 843-844).

¿Qué ha pasado en nuestros días? A causa de esta falta de orden racional y natural, la sociedad se encuentra peligrosamente convulsionada. Y aquí tocamos la raíz del mal: en todo el mundo moderno, la contemplación ha sido puesta por debajo de la acción, que es como decir ha sido suprimida o pervertida.

Santo Tomás proclama en consecuencia, aun en el dominio temporal, un “gobierno de las luces”, y califica de “monstruosidad”, de “desorden”, de “aberración” que se dé el caso (tan frecuente) de “uno que preside no por preeminencia intelectual”, sino por brío de voluntad, dinero, violencia, color de falsa piedad, artimañas, vivezas o fraude.

“Aquellos hombres que descuellan en actividad operativa es preciso que sean dirigidos por los que en actividad intelectiva descuellan; porque así como en las obras de un individuo el desorden surge cuando la actividad sensual dirige a la intelectual, del mismo modo, en el régimen colectivo el desorden se origina de que alguno está mandando no por preeminencia intelectual”.

De donde la disyunción entre si de estas dos clases (creadores y realizadores) origina parálisis; su inversión (por la cual los prácticos y enérgicos son puestos encima de los inteligentes) origina decadencia, como empezó a pasar desde el siglo XVII en el mundo, e incluso en la Iglesia.


¿Qué es peor, un gobernante malvado o un gobernante tonto?

Si damos a tonto el significado de cortedad de ingenio, es decir de pocos alcances naturales, mente “poco amueblada”, de reducido campo lumínico, salen inmediatamente las siguientes notas caracterológicas:

  • Tonto = ignorante.
  • Simple = tonto que se sabe tonto.
  • Necio = tonto que no se sabe tonto.
  • Fatuo = tonto que no se sabe tonto y además quiere hacerse el listo.
  • Insensato = tonto que no se sabe tonto y además quiere gobernar, o hacer que gobierna a otros.

Esta última variedad es la tremenda; mientras las dos primeras no son malas, y hasta con ciertas condiciones fueron amadas por Cristo.


REPETIDORES Y MEDIOLETRADOS

Hemos definido el lugar que ocupan los creadores y los realizadores. Veamos ahora donde se sitúan los asimiladores o repetidores.

Doctor significa sabio, erudito. Antaño, el doctor era el capaz de enseñar una ciencia, o bien todas las ciencias armadas en sabiduría. Doctor significa “enseñador”.

Filósofos no son los que repiten ideítas o esquemitas o sistemitas de otros; filósofo es el hombre capaz de pensar la realidad presente y digerirla en proposiciones abstractas claras (sistemáticas), convincentes (demostrables) y practicables (vitales).

Los doctores tenían bajo sí a los repetidores.

El repetidor es un hombre con facilidad y fluencia de palabra; capaz de captar rápido las ideas, explanarlas, exponerlas, hacerlas interesantes, vulgarizarlas.

Las doctrinas difíciles de los maestros, en boca del repetidor devienen fáciles; las oscuras se vuelen claras; las técnicas y duras se hacen amenas; las diversas se homologan y contactan.

El maestro sabe las cosas como son, y no sabe el modo de decirlas lindo. El maestro tiene fondo, y el repetidor tiene forma.

El repetidor es necesario; pero antaño dependía del maestro, del hombre enamorado de la Verdad, absorto con ella, distraído, desatento y desdeñoso.

Santa Teresa aconsejaba a sus monjas tener “confesores letrados”, y desconfiarle mucho a los “medioletrados”, los cuales –dice– me han engañado hartas veces”.

Por lo tanto, en tiempos de la Santa, era posible, incluso a monjas sencillas, distinguir los letrados de los semiletrados.

Pues bien, he aquí la diferencia capital de aquellos tiempos con el nuestro. En nuestro tiempo ya no es posible; y de esto nacen muchos males.

En aquellos tiempos los letrados eran raros (en el sentido de escaso y de precioso); y ser letrado o doctor era una cosa seria.

¿Qué ha pasado en nuestra época? El repetidor tomó los comandos y los doctores dependen de él, y deben estudiar para suministrarle “ideas”.

Encontramos aquí el mismo problema que hemos evocado a propósito de la inversión de valores entre los creadores y los realizadores.

El repetidor, bautizado “conferencista”, divierte a la gente; y la gente paga a quien le divierte, no paga a quien lo educa o lo salva.

El mundo moderno se ha especializado en la producción de medioletrados, y eso en tal cantidad que ya no es posible distinguir entre ellos al Letrado.

La mistificación constituye una de las más agudas epidemias mundiales; y eso pasa cuando en las letras mandan los medioletrados. La mistificación es una de las clases de mentiras mas peligrosas, peor que la moneda falsa.

En suma, el intelecto que debe regir la sociedad no es el intelecto de los actuales “intelectuales”, sino el Saber, la Sapiencia, la Sabiduría que abarca desde el humilde sentido común —abajo— pasando por la cordura —al medio— hasta la visión o intuición creadora.

Se podría preguntar qué lugar ocupan los falsos valores, es decir, los simuladores, los mistificadores, los sofisticados.

Si creadores y realizadores se definen por los que hacen; los asimiladores por los que reciben y los brutos por los que estorban, evidentemente los intelectualoides, los inteligentones y los inteligentuales se van al rango de los brutos.

En realidad ese tipo social, tan abundante hoy día, los inteligentones, intelectualoides e inteligentuales, son corrupciones de los creadores y de los realizadores, son “luciferinos”, que perturban y soliviantan con sus falsas luces al pueblo, originando su rebelión, y, en consecuencia “la confusión de las personas”, causa formal de la caída.

Pero eso no es evidente, puesto que no parecen brutos sino todo lo contrario, brillan con todos los fulgores de la mistificación y la “propaganda”: dirigen bibliotecas y casas editoras, son propuestos al público indefenso como maestros y guías de las naciones; y, en países dejados de la mano de Dios, hasta gobiernan la educación de la niñez y de la juventud.


LA RAZA INFERIOR

Estamos en el tiempo del triunfo de los mediocres y de los tunantes.

Sin embargo, es bueno recordar que cuando el mediocre está en su lugar, no hace daño alguno; al contrario, es el tejido general de la sociedad, el tejido leñoso sin el cual no hay fruto ni flor: son los asimiladores y realizadores.

El temible es el mediocre engreído, el “tunante”. Y todo mediocre con mando es casi necesariamente engreído; es decir, necio e insensato.

Armémonos de paciencia, porque este problema no tiene solución mientras dure el triunfo de la raza inferior: la rebelión de las masas, la demagogia, la decadencia de Occidente, el tiempo del hombre prometeico, o como quieran llamarlo.

Pereda vio este fenómeno en España y lo definió, aunque no llegó a su causa última. Vio microscópicamente la urdimbre de la “revolución” (de la Subversión”, como corregiría Mahieu) en una fingida aldeúca castellana de 300 habitantes, Coteruco del Valle.

La subversión total y repentina de Coteruco se produce par la acción de cuatro pseudos(tres bribones y un “idiota útil”) que se erigen en mandatarios par malas artes y apoyados desde afuera, es decir, desde Madrid, derrotando tan completa como inesperadamente a “los buenos”.

En el fondo, el poder social estaba vacante y vacío; y la autoridad, en manos de pseudos”, no tenía legitimación...

Cuando Francisco Suárez en el siglo XVII opuso el intelecto práctico al especulativo y lo puso por encima, llevó el cuchillo a la garganta de la tradición occidental.

Muy pronto la filosofía de Suárez devino la filosofía del Imperio e influyó en toda Europa, y en España hasta nuestros días.

Sospecho que la actual decadencia de la Compañía de Jesús comenzó cuando se puso en práctica la idea de Suárez en la elección de superiores, prefiriendo para ello a los prácticos”, o sea a los briosos y sin letras”.

Pereda, en su obra ultima, intentó definir el remedio: hombres ilustrados e íntegros que tomen prácticamente el mando de toda la comunidad al margen de los “pseudos” (las autoridades legales oficiales e ilegítimas), que cultivasen y orientasen los pueblos, o sea, la creación de una nobleza parafeudal; los cuales se reunirían todos instintivamente en el caso de una conmoción.

Sin embargo se le escapa todavía a Pereda el último principio unitivo, que es la contemplación.

Lo malo del mundo de hoy es que está lleno de sotas a caballo: sotas de oro, sotas de basto, sotas de copa y sotas de espada. Quién sabe por qué razón, nuestro tiempo está plagado de petisos montados en tremendos frisones, que lo pisotean y lo atropellan todo, porque siendo miopes, ni siquiera ven lo que tienen ante las patas. No respetan cercos, se meten en todas partes, matan ovejas, arruinan sementeras, espantan los pájaros, trotan donde hay música y a veces atropellan un niño, una mujer o un obrero absorto en su trabajo.

El aparato de selección humana, el “movimiento que pone a los hombres en su lugar”, nunca ha funcionado en el mundo sin deficiencias; pero ahora parece no funcionar o funcionar al revés.

¿Cuál será la causa de este gran desbarajuste? Esto que pasamos y vemos no es necesariamente, ni puede ser, una cosa substancial, sino accidental, histórica, no esencial: una crisis.

“Estamos en una crisis tal, que parecería que nada se puede arreglar si no se arregla todo”, escribió Maritain.

Entonces, si solamente por Jesucristo puede resolverse la crisis de nuestra civilización, eso significa la Segunda Venida de Cristo; precedida, eso sí, del hórrido desencadenamiento del falso-Superhombre…

No hay otra civilización más que la nuestra, que está ahora asediada y en guerra.

No hay otra posición posible para el occidental, que la aguerrida y heroica: salvarla o morir con ella.

Por donde se ve que el drama de la raza inferior tiene su intríngulis; y no deja de tener atinencia no oculta, sino clara y directa, con él drama de la época y del mundo.


Bibliografía

  • Seis Ensayos y Tres Cartas.
2ª edición, Biblioteca Dictio, 1978.
4La Inteligencia y el Gobierno, agosto 1941. Páginas 25-36
4Decadencia de las sociedades. Páginas 107-145

  • Las Canciones de Militis.
3ª edición, Biblioteca Dictio, 1977.
4Medioletrados, julio 1943. Páginas 49-51

  • Un País de Jauja. Reflexiones Políticas
Ediciones Jauja, 1999.
4La Raíz de la Decadencia, abril 1967. Páginas 42-44

  • El Ruiseñor Fusilado. El Místico
Ediciones Penca, 1952.
49. La Mina de Oro. Páginas 42-46
414. La Raza Inferior. Páginas 65-6